Después de la vuelta del verano es recomendable hacernos una revisión de nuestros pies. ¿Cómo? A continuación os damos algunos consejos para detectar posibles patologías:
OBSERVA TU PIEL
– Durezas: pueden aparecernos debido al calzado veraniego, el uso del tacón e incluso por una escasa hidratación.
– Sequedad: la playa, el asfalto, llevar los pies al aire debido a las chanclas y sobre todo a causa de las altas temperaturas.
– Psoriasis: puede darse una mejoría de esta enfermedad debido al sol y el menor grado de «estrés» por las vacaciones.
– Papilomas: hay que prestar atención en gimnasios, piscinas, hoteles y sobre todo en la piscina, ya que son caldo de cultivo (sobre todo en los charcos calientes) para la proliferación de bacterias.
– Otros: cuerpos extraños, astillas que se clavan…
ANALIZA TUS UÑAS
– Amarillentas: puede ser debido al uso de esmaltes e incluso por hongos.
– Hematomas: generados por traumatismos, exóstosis subungueales.
VIGILA TU CALZADO
– Chanclas: pueden llegar a producir dolor en la cara anterior de la pierna (ej. zuecos), dar lugar a una fascitis (calzado plano) e incluso resultar muy molestas en pies planos.
– Tacón: suelen dar lugar a metatalsalgias (dolor en el antepié al cargar con todo el peso del cuerpo).
– Veraniego: un cambio de calzado repentino puede generar rozaduras y ampollas, así como favorecer que el pie se expanda al no estar tan recogido como en invierno.
Recomendamos hacer un cambio de calzado progresivo y vigilar los buenos propósitos de esta nueva temporada (forzar nuestro cuerpo) ya que pueden favorecer la lesión.
Ante la detección de cualquier problema siempre hay que acudir al profesional sanitario, nunca tratarse uno mismo o automedicarse productos farmacéuticos (ej. almohadillas).